Dos manos cercenadas salen de
la tierra, de nuevo nutridas.
Aletean púrpuras como los hilos
de las lilas, como dos
tendones deshilachados a
medias.
Unos ojos caídos o las hojas
lloran sangre desde la tierra
enmohecida, y con la luna
las manos atraen la violencia
de la ciudad, lo
primitivo.
Precioso, bellas imágenes de dolor
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